Un abrazo para todas desde Bellavista


“Tuve hambre y me disteis de comer”. “Tengo sed”. Es un grito que brota del corazón de Cristo.


“Pasando mares y fronteras” hemos llegado las Siervas de los Pobres a este rincón del mundo, en el que, ciertamente, muchas de las familias tienen hambre material, pero en las que no es menor el hambre de Dios.

¿Cómo saciarla?

Intentamos hacerlo primero con nuestro testimonio de vida, que les hable de Dios no sólo nuestra voz sino sobre todo nuestra presencia. Hermanas ¿qué hacemos? ¿en qué nos entretenemos? Abramos los ojos, los labios y el corazón. ¿Qué le vamos a dar a estos pobres, los pobres de su Corazón? Dios nos ha encomendado una misión. Tiene un sueño sobre nosotras. Nuestra labor empieza con los pequeños y los jóvenes, pero abarca también a los adultos, mayores y enfermos… a quienes visitamos llevándoles el conocimiento y el amor del Corazón de Cristo, intentando ser un reflejo de la ternura y la misericordia de Dios. Si no llegamos pronto se van a sectas, donde reciben el alimento equivocado. “La mies es abundante y los obreros son pocos”; por eso, rezamos al Señor de la mies para que envíe obreros y sean muchos los que a través de ellos le conozcan y le amen.

Un abrazo para todas desde Bellavista